PINUS THUMBERGII
Familia: Pinaceae
Nombre Común: Pino Negro Japonés.
Origen: Corea y Japón.
Características: Árbol perennifolio de tamaño mediano, bastante común en los jardines de Japón, de una altura media de 25 metros, que puede llegar hasta los 40, aunque esto sólo suele suceder en los parques y jardines. En su juventud crece de forma recta y cónica, pero luego la pierde en la vejez, siendo más piramidal y con el ápice inclinado y su tronco desviado. Tronco de corteza gris oscuro muy agrietado, con escamas de color negro en los ejemplares viejos, que en la variedad de corteza de corcho llegan a ser muy gruesas y suberosas. Sus ramas suelen ser gruesas, torcidas, ondulantes y distanciadas. Las semillas están contenidas en el interior de un fruto denominado piña, con pocas escamas grandes y esponjosas, de unos 6 cm. de longitud, con forma de cono ovado, es decir, como un pequeño barril o huevo alargado, y de color verde que cambia a gris cuando madura. En el arte del bonsai el pino negro japonés suele modelarse en los estilos: chokkan (recto formal) omoyogui (recto informal), y es más raro encontrarlo modelado como shakan (inclinado), bunjin (literati) o kengai (cascada), aunque todo depende de tu imaginación y gustos.
Ubicación: Debe cultivarse en el exterior a pleno sol durante todo el año.
Abonado: Abonar con frecuencia con un abono orgánico de calidad, especialmente durante la época de crecimiento vigoroso, es decir, en primavera y también durante el otoño. Durante el invierno y la época más calurosa del verano debe reducirse la cantidad de abono porque son épocas con escaso o nulo crecimiento.
Riego: Los riegos deben ser cada vez que se seque la superficie del sustrato, haciéndolo a fondo, es decir, hasta que salga abundante agua por los agujeros de drenaje, evitando tanto el encharcamiento permanente en el sustrato, para evitar un exceso de humedad que pudra sus raíces, como dejar totalmente seca la tierra.
Sustrato: Utilizar sustrato a base de graba volcánica 50% y humus de lombris a 50% o akadama a 50% y Kiryuzuna a 50%.
Transplante: Durante el comienzo de la primavera, cada 3 ó 5 años, justo un poco antes de que comience la brotación del año, cuando los brotes están hinchados. También puede trasplantarse durante el final del verano/comienzo del otoño, justo en el momento que detiene su crecimiento y el movimiento de savia se ha ralentizado. Si los ejemplares son jóvenes, puede aumentarse la frecuencia de trasplante cada 2 ó 3 años. En el caso de los ejemplares muy viejos, maduros y totalmente modelados, el trasplante puede hacerse cada 10 ó 15 años. Durante el trasplante conviene sanear bien cualquier parte de raíces podridas y podar las ramas no deseadas para reducir su copa. Si la poda de raíces es muy grande, convendría quitar hojas en la misma proporción que las raíces eliminadas. En caso de duda sobre la cantidad de raíces que hay que podar, un truco seguro para no dañar el árbol es dejar 1/3 más volumen de raíces que de parte aérea (copa), aunque siempre es preferible preguntar a un experto, a otro aficionado o simplemente no podar ninguna raíz hasta que no estés seguro. Evita que se sequen las raíces en contacto con el aire durante el tiempo que dure el trasplante. Es conveniente proteger el árbol después del trasplante durante un par de meses, situándolo en un lugar muy bien iluminado pero evitando la exposición directa al sol.
Poda y Alambrado: La época más adecuada para la poda de ramas es durante la primavera y ésta se debe realizar acortando de 1/3 a 2/3 la longitud de la rama. Si pinzamos durante la primavera, conseguiremos ejemplares compactos y hojas más pequeñas. También podremos eliminar, cada dos años, la mayoría de brotes nuevos de la primavera (o todos) en los ejemplares sanos, con objeto de conservar su estilo. El pinzado debe realizarse cuando los brotes aún son tiernos. John Y. Naka recomendaba eliminar por la base cualquier vela que tuviera más de 3 cm. de longitud para evitar ramas muy largas y forzar una segunda brotación, en ese lugar, de velas más cortas. Es muy importante cortar las velas por la base y no en parte para forzar esta segunda brotación. John Y. Naka recomendaba eliminar por la base cualquier vela que tuviera más de 3 cm. de longitud para evitar ramas muy largas y forzar una segunda brotación, en ese lugar, de velas más cortas. Es muy importante cortar las velas por la base y no en parte para forzar esta segunda brotación. En verano, conviene eliminar totalmente las velas del centro que sean más grandes y volver a pinzar por la mitad los brotes que hayan vuelvo a brotar después del pinzado de primavera. En otoño, las velas que brotaron en verano deben volver a pinzarse, esta vez por la mitad o a 1/3, pero siempre es mejor dejar las velas más cortas que largas. No hay que tener miedo a dejar corta una rama porque se podrá a largar de nuevo, simplemente dejando crecer una vela muy larga durante la siguiente brotación. Del pinzado de otoño volverán a salir nuevas velas durante la primavera siguiente y el proceso deberá repetirse sucesivamente durante varios años, lo que nos llevará a conseguir una copa muy compacta y ramificada hasta conseguir la forma y densidad deseada Las acículas del tronco o ramas de años anteriores o viejas y que no nos sirven deben eliminarse tirando de ellas con la mano hasta arrancarlas, aunque hay que hacerlo con prudencia en los árboles jóvenes para no debilitarlos en exceso ya que les disminuimos su capacidad de realizar la fotosíntesis y por tanto su capacidad de desarrollo. La aparición de su corteza rugosa puede estimularse mediante cortes verticales en el tronco, aunque surge de forma natural con la vejez y siempre que el árbol haya estado en un lugar suficientemente soleado. Conviene eliminar las hojas marchitas para evitar la aparición de hongos y las ramas no deseadas o secas pueden eliminarse en cualquier momento.
El alambrado puede realizarse casi en cualquier época del año, excepto primavera, aunque es preferible hacerlo justo después pinzar sus velas y limpiar las acículas viejas o durante la época de reposo (otoño-invierno) y sólo en árboles sanos. Si hemos trasplantado, deberemos esperar, al menos, 3 meses para alambrar. Aunque sus ramas son relativamente flexibles, éstas no suelen ser muy largas, pero si gruesas, lo que entorpece un poco su alambrado. Conviene tener cuidado con la corteza de las ramas ya que ésta se puede dañar fácilmente. Debes vigilar las marcas del alambre en la corteza debido a la rapidez con la que engordan y crecen, generalmente el alambre deberá retirarse en el momento en que vaya a comenzar la aparición de marcas en la corteza. Es recomendable no regar el día anterior al alambrado.
Plagas y Enfermedades: Araña roja.
